© Luis Ochandorena
«La contemplación es un acto de pasiva actividad»
«La contemplación es un acto, pero un acto realizado en pasividad. Es un acto receptivo; más que un acto debiera decirse actitud: una actitud de receptividad, una «pasiva actividad» en la que la atención está despierta, pero el ánimo quieto y receptivo. Es activa porque requiere una absoluta atención; pero es pasiva porque no incide sobre el objeto con ningún tipo de expectativa o recuerdo, ni ningún proceso asociativo que los implique. Atención perfecta en un presente perfecto, en el que el sujeto deja que el objeto le llene, sin añadirle ningún elemento que pudiera determinar previamente la experiencia».
«Normalmente, la visión de un objeto, la apreciación que de él hacemos, depende de nuestras expectativas y de nuestros recuerdos, ambas formas del deseo de que el objeto responda a un cúmulo de elementos cognoscitivos que hacen posible el reconocimiento. El reconocimiento obstaculiza el conocimiento del objeto en su ser, en su integridad. El acto contemplativo debe carecer, en la medida de lo posible, de estos actos de reconocimiento para así permitir una visión nueva. La visión que no reconoce puede llegar a ser visión esencial, visión del objeto despojado de las figuras prestadas por el hábito, las asociaciones y los deseos».
Del libro de Chantal Maillard «La sabiduría como estética» Ediciones Akal pag 68