Percepción y fotografía
«Nosotros normalmente no vemos absolutamente nada.»
Chögyam Trungpa Rimpoché
La gente llega a la fotografía contemplativa con diferentes motivaciones. Hay personas que quieren dar expresión a lo que experimentan a través de la disciplina de la meditación. Algunos han reconocido alguna cualidad directa y viva en su propia experiencia perceptiva y quieren explorar y expresar ese potencial. Otros se han entrenado en la fotografía u otras artes y sienten curiosidad sobre el enfoque contemplativo. El elemento común es el interés por la visión clara.
La Sociedad Miksang ofrece un camino de purificación de la percepción a través de la fotografía por medio de un curso de tres niveles de formación. No se requiere experiencia o conocimientos fotográficos aunque se necesita una cámara digital. No necesita ser practicante de meditación y no enseñamos meditación como parte de la formación.
Los tres niveles de formación, basados en las enseñanzas de Chögyam Trungpa de los tres niveles de percepción, siguen un camino tradicional contemplativo de transformación de la confusión en sabiduría. A menudo parece que nuestra capacidad inherente para darnos cuenta es oscurecida por prejuicios y patrones habituales. Cada nivel y cada clase presenta enseñanzas y ejercicios que trabajan con los obstáculos para limpiar la visión cultivando el poder purificador de nuestra sincronización y sabiduría naturales.
Niveles de percepción
Nivel I: Mirar: El mundo Fenoménico
El primer nivel de formación purifica nuestra percepción visual, trabajando directamente con los elementos o formas del campo visual: color, luz y forma (textura, líneas y patrones). En este nivel también asistimos al “flash de percepción” que da a conocer una presentación directa del mundo fenoménico.
Nivel II: Ver: Apreciando el mundo fenoménico
En el Nivel II se explora el vasto y profundo mundo de la magia ordinaria redescubierta a través de la práctica de mirar y ver.
Nivel II A: Punto en el Espacio
En la disciplina de ver hay una expansión de la conciencia sobre el espacio que rodea ese enfoque más reducido en las asignaciones del Nivel I. Comenzamos a explorar las implicaciones y conexiones. Descubrimos que cada percepción se expresa a través de un medio de espacio y su resonancia. En esta fase de la formación se explora la relación entre la percepción y el espacio. Al mismo tiempo comenzamos a estudiar ejemplos de otras tradiciones contemplativas que también han descubierto la forma contemplativa básica de punto en el espacio.
Nivel II B: Campos de Percepción
Una vez que establecemos la disciplina de mirar y ver somos libres de explorar las dimensiones abiertas del mundo fenoménico. Como esta orientación se hace más sentida, se vuelve más en sintonía con las cualidades profundas del contacto, la comunicación y la expresión natural de la visión clara. Esto trae relajación y aprecio: el ojo está conectado con el mundo y celebra esta comunión visual. Las asignaciones en esta fase de la formación exploran las diversas posibilidades de la visión contemplativa. Dado que hay un sinfín de campos de percepción las asignaciones específicas orientan a algunas de las formas de visión contemplativa. Por ejemplo, las exploraciones incluyen: la Vía de las Estaciones – con especial énfasis en la Magia Blanca – la Vía del Invierno; el Haiku Visual; el Camino de las Flores y las Hierbas; Mundo Ordinario y Mundo Personal; Impresionismo; el Cielo, la Tierra y el Hombre en los Paisajes; Las personas y Otros Seres Sensibles; Belleza Metropolitana.
En esta fase de la formación cultivamos la sensibilidad de la mente contemplativa mediante el estudio de las tradiciones, artistas y obras que participan de la visión Miksang. Por ejemplo, junto con el trabajo de Chögyam Trungpa, consideramos la estética contemplativa de chinos y japoneses, Monet y el impresionismo, Basho y el Haiku, el fotógrafo clásico Edward Weston. A veces ofrecemos un curso separado – la Vía de Ver – para contemplar estas obras con más profundidad.
Nivel III: Percibir: El Juego del Mundo Fenoménico
La disciplina de mirar y ver produce una sensibilidad estética sutil y profunda. Si bien esta cualidad de ver es genuina, conserva una fidelidad sutil con una forma subyacente de valoración contemplativa. La práctica de la percepción directa socava este sutil fundamento y punto de referencia. Confiando completamente en el poder incondicional de la abertura de la percepción, uno suelta los puntos de referencia y conecta con el mundo fenómenico tal como es. En la percepción directa no hay espacio para la duda o la preferencia. Ver es creer. Con esta confianza se entra en el juego de la forma y el caos de la percepción pura. Nada que añadir; nada falta: cada percepción es una imagen de sí mismo.
Una vez más para fortalecer nuestra práctica de la percepción directa estudiamos los maestros y exploradores del mundo fenoménico: Chögyam Trungpa; los últimos trabajos de Basho y Weston; ejemplos de arte moderno y postmoderno.