Las capas de la obra de arte

 © Luis Ochandorena

«La obra de arte es como una cebolla. Para llegar al fondo de la obra tienes que quitar las capas del tema, de la forma, de la situación histórica… Cuando las has quitado todas, en ese vacío significativo se encuentra el sentido de la obra de arte».

José Corredor-Matheos

 

La primera capa que nos encontramos en cualquier obra de arte es la capa de la personalidad del artista. Es la más exterior de todas y se corresponde con el estilo, que está constituido por el tema elegido y por la forma con que se plasma. Toda obra de arte es fruto de la expresión de la manera de ser del artista, y adopta un diseño concreto como consecuencia de sus tendencias y elecciones personales.

La segunda capa se corresponde con la impronta que dejan en el artista la época y el lugar en el que vive. Es el aspecto cultural que todo ser humano lleva consigo por el hecho de pertenecer a una sociedad. En el arte se refleja en los diferentes movimientos, efecto de un momento histórico y de una cultura particular.

Si estos elementos fueran los únicos que conforman la obra de arte perderíamos el interés por las creaciones del pasado. Por eso es necesario el paso del tiempo para saber si la fascinación que provoca en el ser humano va más allá del período en el que fue creada.

Podemos calificar a cada una de estas capas como subjetiva y temporal ya que son la expresión de un individuo y una sociedad.

La esencia de una obra creativa no puede estar contenida en una capa ya que por definición todas ellas muestran aspectos variables. Constituyen un medio, no un fin. Tampoco podemos prescindir de ellas ya que están intrínsecamente unidas al núcleo y, a través de la forma que adopta cada capa, éste se manifiesta. Son la vía que tenemos que seguir para llegar a contactar con ese «vacío significativo» del que nos habla el autor. Por contraste con las capas, el núcleo es objetivo y perdurable.

En términos budistas esta idea se expresa así: «La forma es vacío y el vacío es forma». La forma que adopta la obra no es lo significante sino aquello que no se puede explicar con palabras. Por otro lado, para poder percibir el vacío tenemos que hacerlo a través de las formas. En palabras de Kansdinky: «La evolución del arte, es una expresión progresiva de lo eterno-objetivo en lo temporal-subjetivo».

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