Wabi-Sabi. El zen de las cosas

© De todas las imágenes Luis Ochandorena. Serie Vestigios

Wabi-Sabi

El Zen de las cosas

El wabi-sabi es una apreciación intuitiva de belleza trascendente en el mundo físico, que refleja el flujo irreversible de la vida en el mundo espiritual. Es una belleza comedida que existe en lo modesto, rústico, imperfecto o incluso lo decaído, una sensibilidad estética que encuentra una belleza melancólica en la impermanencia de las cosas.

El término wabi-sabi sugiere cualidades como la impermanencia, humildad, asimetría e imperfección. Estos principios subyacentes son diametralmente opuestos a sus contrapartes occidentales, cuyos valoresestán basados en el punto de vista helénico que valora la permanencia, la grandiosidad, la simetría y la perfección.

El wabi-sabi puede ser una herramienta de contemplación y una filosofía de vida. Suavemente promueve una vida de contemplación silenciosa y un principio estético gentil que subraya un acercamiento meditativo.

El Wabi-Sabi combina la atención a la composición del minimalismo, con la calidez de los objetos provenientes de la naturaleza. Proporciona una comprensión del mundo basada en la fugacidad e impermanencia. Deriva de la afirmación budista de las Tres Características de la Existencia: Insatisfactoriedad (Insatisfacción, Sufrimiento, Incomodidad), Impermanencia (Cambio, Inestabilidad) e Insustancialidad (Ausencia de alma, ego o yo perdurable e independiente). Richard R. Powell lo resume diciendo que el Wabi-Sabi cultiva todo lo que es auténtico reconociendo tres sencillas realidades: nada dura, nada está completado y nada es perfecto.

La inspiración inicial de los principios metafísicos, espirituales y morales del wabi-sabi proviene de las ideas sobre simplicidad, naturalidad y aceptación de la realidad que se encuentra en el taoísmo y en el budismo zen con el que se le asocia habitualmente. Ha sido en las artes contemplativas practicadas por los monjes zen donde se han plasmado estos principios, principalmente en la ceremonia del té.

Principios metafísicos del Wabi-Sabi

Lema wabi-sabi: «Pobreza material, riqueza espiritual».

Algunos críticos japoneses opinan que el wabi sabi necesita mantener sus cualidades misteriosas y elusivas, difíciles de definir, porque la inefabilidad es parte de su singularidad. Creen que el wabi sabi es un fin en sí mismo, que nunca puede llegar a captarse del todo. Desde esta posición ventajosa, un conocimiento parcial o indefinible es, simplemente, otro aspecto de la cualidad de “incompleto” inherente al wabi sabi.

El universo, mientras destruye, también construye. Nuevas cosas emergen de la nada. No podemos determinar realmente, mediante una observación superficial, si algo está evolucionando hacia o desde la nada. En representaciones wabi-sabi la dinámica de la evolución «hacia« tiende generalmente a manifestarse en cosas un poco apagadas, más oscuras y poco llamativas. Las cosas en evolución «desde» tienden a ser un poco más claras y ligeramente más llamativas. Y la nada en sí misma, en vez de ser un espacio vacío como en occidente, vibra de posibilidades. En términos metafísicos, el wabi-sabi sugiere que el universo está en constante movimiento hacia o desde el potencial.

Tres de las lecciones que aprendieron los japoneses de la naturaleza son:

1.- Todas las cosas son mutables. La tendencia hacia la nada es implacable y universal. Incluso cosas que tienen todas las características de la sustancia, cosas que son duras, inertes y sólidas, no ofrecen más que una «ilusión» de permanencia.
2.- Todas las cosas son imperfectas. Nada de lo que existe está libre de imperfecciones. Cuando miramos realmente las cosas de cerca vemos sus defectos. Cada artesano conoce los límites de la perfección. Y cuando las cosas empiezan a estropearse y se acercan a su estado primordial, se vuelven incluso menos perfectas, más irregulares.
3.- Todas las cosas son incompletas. Todas las cosas, incluso el universo mismo, están en un estado constante, perpetuo de transformación o de disolución. La noción de conclusión, de acabado, no tiene cabida en el wabi-sabi.

Wabi-Sabi y fotografía

La fotografía es un medio ideal para expresar el espíritu del wabi-sabi porque en su mismo centro está la experiencia de la impermanencia. Toda fotografía nos remite a un pasado que ya no existe, del que es imagen. Es la constatación de que todo está en continuo cambio. Que la foto que no hiciste ayer ya no puedes capturarla hoy porque la realidad interior y exterior ha cambiado. Eso no quiere decir que todas las fotos son wabi-sabi. Necesitan tener ciertas características para que podamos considerarlas wabi-sabi.

En primer lugar vamos a ver las características asociadas a la utilización del medio fotográfico. Por ejemplo, que sea una fotografía directa, sin efectos y sin manipulaciones técnicas evidentes en la imagen. Esta es la actitud del fotógrafo que respeta la percepción que ha tenido sobre la realidad visual. También podemos calificarla como sincera, que no busca engañar con puntos de vista excéntricos para impactar al espectador. Simple, que vaya a la esencia de la percepción. Sobria, en la que no sobre ni falte nada. Y emocionalmente cálida.

En cuanto al tema u objeto a fotografiar, sentiremos atracción por las cosas poco importantes, que no destaquen por tener colores impactantes o formas llamativas. O por esos rincones a los que no hacemos caso en nuestra experiencia habitual. Será muy importante la sensación que transmitan, sobre todo si está asociada con el paso del tiempo. Así los objetos estarán hechos de materiales que provengan de la naturaleza y/o estén manufacturados por el hombre, no hechos a máquina. Evidenciaremos las manchas, óxidos, grietas, golpes y cualquier otro accidente producto de su historia. Para conseguirlo haremos visible la textura que es el resultado de la vida del objeto.

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